«Sara Blanch, toda una revelación para muchos, soprano ligera de sólidas coloraturas y agudos, además de mucho garbo, salero y belleza.»
«Rubén Fernández Aguirre el pianista que a mí me gustaría tener de acompañante porque no sólo lo hace espléndidamente, sino que disfruta haciéndolo y transmite su gozo.»
«Sara Blanch todo desparpajo y gracia en su expresividad y ahí queda para el recuerdo su divertido y perfectamente cantado, con elegancia y slancio, vals de la borrachera de Chateau Margaux. Con su timbradísima voz de lírico-ligera, de sólido centro sin perder por ello soltura en los agudos y sobreagudos, dio lecciones de agilidad y virtuosismo en la “Sevillana” de Massenet o “En un país de fábula”. Allí afloraron escalas descendentes, picados, trinos y vocalizaciones de afinación perfecta. Pero también supo imprimir elegancia y morbidez a su fraseo en las Canciones negras de Monsalvatge, en las que hubo (“Canción de cuna para dormir a un negrito”) momentos de canto íntimo y recogido de gran belleza.»
«Rubén Fernández Aguirre fue mucho más que un acompañante. Intenta siempre volcar sobre el teclado referencias a los originales orquestales mediante el uso del color, con una impecable técnica de pedal y una pulsación llena de gradaciones y recursos. Combinada con un eficaz uso del rubato y con la flexibilidad de los tempos, su interpretación se hizo coprotagonista del concierto.»